AMANTE DE LOS CABALLOS
   
 
  Las expresiones de los caballos

Hay que decir que las expresiones faciales humanas no tienen ninguna significación para el caballo y nuestras sonrisas o expresiones de enfado no les afectan en nada. Por el contrario, cuando uno cambia menudo su apariencia, poniéndose por ejemplo un gran sombrero o sosteniendo un paraguas en lugar de la fusta, o si nos acercamos a ellos gateando a cuatro patas, podemos llegar a atemorizarlos. Los caballos son criaturas tímidas y la visión de una cosa extraña puede despertar en ellos el reflejo de la huida. El hombre reflexiona la mayor parte del tiempo antes de actuar. Por su seguridad los caballos actúan antes de reflexionar. De hecho, los caballos no reflexionan, en el sentido en que no tienen capacidad para ello y no pueden analizar la importancia de un peligro cuando se encuentran frente una nueva experiencia. Sin embargo, es grave tolerar cualquier manifestación de pánico, así como dejar el caballo examinar cualquier cosa que le causa miedo y dejarle aproximarse a ellos. Eso no hace más incrementar su inquietud. Un error aún más grave consiste en castigar al caballo con la fusta o las espuelas en toda manifestación o reflejó de huida. La sensibilidad muy desarrollada del ojo del caballo ante los movimientos más sutiles les permite sentir peligro antes de ver la razón del mismo. Por ello no es sorprendente que el caballo confíe en su instinto. Felizmente, la tendencia al miedo disminuye con la experiencia y la madurez, sobre todo cuando los caballos sin frecuentemente montados en el exterior por un jinete tranquilo y competente. Aunque sea muy agradable, pasearse con las riendas alargadas no es siempre muy prudente cuando se sabe que el caballo puede desbocarse con el menor pretexto. Cuando se sabe que existe el riesgo de cruzarse con un tractor o un camión en un camino estrecho y sinuoso hay que ceñir la riendas.

El oído del caballo es también más agudo que el nuestro y el animal puede asustarse antes de que su jinete alcance a oír el ruido de un vehículo que se aproxima. Además los caballos tienen un olfato extremadamente desarrollado y pueden sentirse, incómodos por ciertos olores que nosotros no percibimos o que no llegan a molestar. Es por consiguiente temerario montar con las riendas largas por un camino. El corto lapso de tiempo necesario para ajustarlas es suficiente para perder el control. Por supuesto no se trata de ser temeroso nosotros mismos y montar con las riendas cortas, porque se bloquearía al caballo y este no haría más que aumentar su miedo. Sin embargo, los caballos deben aprender que no siempre pueden hacer lo que les parece.

Amante de los caballos
 
Los caballos son animales cariñosos que son amigos del hombre, cuando cogen confianza se dejan acariciar y les encantan el pan duro
 
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